domingo, 16 de septiembre de 2012

Santillana del Mar, la Villa



Santillana del Mar es una villa localizada en la costa occidental de Cantabria. Para llegar a ella, avanzamos por la CA-131, dejando atrás Torrelavega y el desvío a la otra villa, la de Suances.








Origen

Su historia se alarga hasta la prehistoria. Como atestiguan sus mundialmente conocidas, Cuevas de Altamira (declaradas Patrimonio de la Humanidad en 1985).

El bisonte
Bisonte
Zoo de Santillana

Pero el origen de su nombre le llega más tarde. Es en la Alta Edad Media, cuando un asentamiento religioso ubicado en la zona, tiene el encargo de velar en su monasterio las reliquias de Santa Juliana de Bitinia (Santa Illana). De ahí, el nombre original de Villa de Sancta Illana, a la que posteriormente (ya en el siglo XIX) se le añade "de la Mar" (aunque contradictoriamente, nunca haya tenido el privilegio de ver el Cantábrico desde sus calles).

Popularmente, es conocida como La Villa de las Tres Mentiras, debido a que ni es santa, ni es llana ni tiene mar.

La importancia de la villa como centro religioso, sigue ganando importancia a lo largo de los años, siendo en 1045, cuando recibe el monasterio su primer Fuero. Pasando de abadía a colegiata. Su importancia religiosa es tal, que incluso se incluye un ramal al Camino de Santiago del norte, para poder visitar la villa.

Camino por Santillana



La villa

Lo primero que nos llamará la atención de Santillana, es su peculiar hermetismo. Nos recuerda a una de esas oscuras atracciones de feria, donde solo accediendo, puedes conocer los secretos que esconde.

Después de aparcar nuestro coche cerca del Museo Diocesano, nos situaremos frente al acceso principal al pueblo. Unas cadenas de hierro sirven para restringir el trafico rodado, actuando al mismo tiempo de "último aviso".

No hay vuelta atrás. Saltamos la cadena y nos encontramos con una villa que ha sabido dominar al tiempo. Si limpiásemos de nuestra retina, la tropa de turistas y algún turismo, bien podríamos estar paseando por la edad media.

Avanzamos por una calle adoquinada mientras los recios muros de la Casona el Solar y el Palacio de Caja Cantabria nos flanquean.

El Cantón

La villa se organiza en torno a dos calles. La denominada del Cantón (en realidad es la suma de tres), que encontraremos en nuestra bifurcación derecha, y la de Juan Infante que por la izquierda llega hasta la antigua Plaza del Mercado.

Avanzando por el Cantón, llegaremos a la Plaza del Abad Francisco Navarro. En su camino, Cantón nos ofrece un conjunto exquisito de casonas de los siglo XV al XVII. Y un lavadero y abrevadero del siglo XVI.

Sin título

Descubriremos a nuestro paso, comercios, restaurantes y servicios bien adaptados al turismo.

Sin título

Bienvenido

Regaderas y cubos

Vamos vigilantes en nuestro paseo, deleitándonos con detalles en floridos balcones, tiendas y soportales. Incluso podremos degustar un vaso de leche con bizcocho.

Paseo por Santillana II

Paseo por Santillana III

Mención aparte, la colección de escudos nobiliarios que ornamentan las fachadas de muchas viviendas de la villa.
Sin título

En la transversal de la calle Jesús Otero se sitúa la Casona de los Villa o de los Hombrones construida a finales del siglo XVII. Destaca su impresionante fachada con escudo barroco que cita "Un buen morir es honra de la vida". 

En la misma calle, para los amantes del morbo, una armadura hace de guardia en la entrada del  Museo de la Tortura o de la Inquisición.
La armadura del caballero

Avanzamos por el lavadero (que se ha hecho modelo asiduo de todo reportaje fotográfico) y en la propia plaza, podremos visitar el Museo ( y sus jardines) de Jesús Otero, famoso escultor nacido en la villa.
Reflejos en la ventana

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Por fin, ante nosotros la Colegiata de Santa Juliana. Uno de los monumentos románicos más representativos de Cantabria y declarada Monumento Nacional.

Colegiata de Santa Juliana

Santillana del Mar

Continuamos nuestro recorrido por el lado este de la Plaza del Abad, acabando en la Plaza de las Arenas. Donde se encuentra el Palacio de Velarde.

Seguiremos disfrutando por las calles adyacentes a la colegiata, hasta volver por las Arenas. Momento para visitar el Claustro de la Colegiata.Valiosos capiteles románicos, muestran motivos decorativos, figurados, geométricos o vegetales.
Claustro de la Colegiata

Regresamos sobre nuestros pasos, esta vez por el ramal de calle Racial. No podemos irnos de Santillana, sin comprar alguno de los productos típicos que se nos ofrecen a pie de calle, o degustar un buen manjar en cualquiera de sus bares y restaurantes.
De Picoteo

Casa Luci (especialidad en anchoas)

Al final de Racial, acabamos en la antigua Plaza del Mercado. Nos topamos con el Ayuntamiento, la Torre de Merino (también conocida como la Torrona) y la Torre de Don Borja. Donde balconadas de coloridas flores, dan un toque cromático a la plaza.
Paseo por Santillana


Vamos acabando nuestro recorrido vía Juan Infante.
Sin título

Globalización

NorArt

Nuevamente se unifican los caminos. La villa nos arroja sin remedio fuera de sus entrañas. Cruzamos por segunda vez las cadenas de hierro.

Charcos

Me dejo en esta entrada un buen número de lugares por descubrir en el corazón de la villa.

Fuera de ella, recomiendo la visita a las Cuevas de Altamira, a su particular Zoológico y la playa de Ubiarco, única con una ermita incrustada en la roca.

Santa Justa



Dejo para concluir, la frase de los Hombretones:

"Un buen morir es honra de la vida"









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